Nadie podrá quererle como yo

Nos encontramos ante una obra de carácter histórico, con una narración trepidante y una misteriosa muerte que dará sentido a todo el argumento. Me ha encantado la manera de construir los capítulos y, sobre todo, la forma de escribir, detallista y dinámica a la vez, que facilita tanto la lectura como el seguimiento de la trama.
La llegada de la princesa María Luisa de Orleans, repleta de críticas y sobre la que no se apostaba nada como reina, supone el punto de partida para una intriga narrada magistralmente y que pivota sobre un giro del destino, el inesperado feliz matrimonio de la princesa con Carlos II.
La novela nos traslada al caótico Madrid de los Austrias, con el “Hechizado” como excusa principal, para mostrarnos un ambiente contado de manera preciosista, abundando en los detalles de las escenas y con descripciones minuciosas y completas de lugares, personajes y sentimientos.
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La historia nos envuelve en una intriga compleja, argumentada sobre el desgraciado desenlace de la princesa y sus crípticas palabras en plena agonía. El peso recae sobre Candamo, un investigador y escritor de la época que conoce todos los recovecos, todos los claroscuros de la sociedad madrileña del momento y del palacio real en particular. Será este personaje, junto a la aparición de una enigmática mujer muy cercana a la desdichada reina, quienes nos conduzcan a través el misterio.
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La novela está documentada con excelencia, tanto en los ambientes, los personajes y, por supuesto, los escenarios. A mí me ha inspirado varios mensajes, pero el principal es que la mayoría de las ocasiones juzgamos a las personas por la primera impresión o de manera anticipada sin ser justos, como es el caso de Carlos II o la propia princesa. Un rey sobre el que tenían una mala opinión en un contexto convulso y que tuvo la fortuna de sentirse amado por una mujer en un matrimonio por el que no daban ni un céntimo.
La reflexión final es que muchas veces somos injustos a la hora de juzgar a las personas y su contexto.