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Crítica de jumalo16


jumalo16
26 December 2021
Cuenta Julio Cortázar en la entrevista con Joaquín Serrano, del programa "A fondo", que 'El perseguidor' marcó un antes y un después en su escritura y en su vida. Y es que en el proceso de creación de esta historia descubrió, según él, la importancia del otro, ese que también está ahí, externo al yo, tan diferente y tan igual.

Esta anécdota no es gratuita, pues el contenido de este cuento va a dar rasgos significativos de la "revelación" de Cortázar. Por medio del narrador, Bruno, seguimos la historia de Johnny Carter, saxofonista de jazz, norteamericano establecido provisoriamente en París con el fin de que su carrera musical se realce. Y para ello, Bruno va a ser relevante. Bruno es periodista y crítico de jazz, el mejor amigo de Johnny según se dice, aquél que Dédée, mujer de Johnny, llama en los momentos en que Johnny atraviesa alguna crisis.

Este es mi cuento favorito de Cortázar: su ritmo propio del género musical que convoca, su prosa fresca y espontánea, los juegos narrativos de Cortázar, la apuesta del narrador por descubrir esa otredad que tanto misterio devela. al tararear sus páginas, me digo que Cortázar tiene la clave, la de Sol, la de Fa, la que puede hacer que reivindiquemos ese ser otro que acompaña nuestras travesías.

El cuento va a sugerir otro matiz más del tan declarado conflicto Apolíneo- Dionisíaco que Nietzsche supo esbozar pero que Giorgio Colli amplió. Bruno, dueño del orden, la elegancia y el conocimiento mesurado escribe la biografía de Johnny-Dioniso, delirante creativo, loco-genio, animal-dios. La relación de estos dos personajes aparenta lazos profundos, se encuentran, conversan, fuman y se admiten sinceridades. Sin embargo, en el monólogo de Bruno nos damos cuenta de lo vacua que es. Bruno de tanto verse al lado de Johnny, de biografiarlo, de escuchar sus ocurrencias, sus improvisaciones, verdaderamente logra comprenderlo, nombra a su amigo con una exactitud increíble, llega a lo que Johnny es incapaz de dar nombre. El lenguaje de Johnny es la música, por eso está Bruno para otorgar la palabra a la ambigüedad extraordinaria de su amigo. No obstante, llegar a ese conocimiento del otro, culminar la persecución de aquél perseguidor de nada va a valer, ¿Qué puede hacer Bruno si solo desea obtener lo que mejor Johnny sabe darle?

Bruno dirá que su biografía sobre Johnny esconde lo vital, todo por salvar al mundo del otro Johnny, el buscador, el explorador metafísico. Johnny le va a reclamar eso en la única confrontación directa que tienen estos dos personajes. "Pero Bruno —y levanta un dedo que no tiembla—, de lo que te has olvidado es de mí."

Detrás de Johnny el perseguidor, el que usa la droga, la música, el alcohol para encontrarse, explorarse y jamás huir, está el que nombra su búsqueda, Bruno, el que envidia tanto a ese pobre diablo que no quiere ser como él, que Johnny y su música le sirven para la fama de su libro, de sus críticas. Bruno es también un perseguidor, Apolo tiene aspectos de Dioniso va a decir Colli, persigue con la palabra a Johnny, va detrás de él codificando sus elevaciones astrales, ascensiones y caídas. Bruno verdaderamente mira a Johnny, sabe lo que hay allí, pero "todo me inducía a conservar tal cual ese retrato de Johnny; no era cosa de crearse complicaciones con un público que quiere mucho jazz pero nada de análisis musicales o psicológicos, nada que no sea la satisfacción momentánea y bien recortada, las manos que marcan el ritmo, las caras que se aflojan beatíficamente, la música que se pasea por la piel, se incorpora a la sangre y a la respiración, y después basta, nada de razones profundas."

Recomiendo su lectura. Recomiendo que persigan en esas página el misterioso acto de reconocer la otredad, de tumbar máscaras ajenas anulando toda acción una vez visto ese genuino rostro.
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