62/Modelo para armar

"(...) Tú y yo sabemos demasiado de algo que no es nosotros y juega estas barajas en que somos espadas o corazones pero no las manos que las mezclan y las arman (...) Perdóname este lenguaje, el único posible. Si me estuvieras escuchando asentirías, con ese gesto grave que a veces te acerca un poco más a la frivolidad del narrador."

"62/Modelo para armar" es un ejercicio lúdico, un juego entre autor y lector en que se pone de relieve el acto mismo de narrar. La novela materializa las intenciones expuestas en el capítulo 62 de "Rayuela" por Morelli, alter ego de Cortázar, de escribir un libro en que "las conductas standard (incluso las más insólitas, su categoría de lujo) serían inexplicables con el instrumental psicológico al uso. Los actores parecerían insanos o totalmente idiotas. No que se mostrarán totalmente incapaces de los challenge and response corrientes: amor, celos, piedad y así sucesivamente, sino que en ellos algo que el homo sapiens guarda en lo subliminal se abriría penosamente un camino como si un tercer ojo parpadeara penosamente debajo del hueso frontal."

Así, en "62" encontramos a un grupo de personajes que deambulan por Londres, París y Viena "coagulando" sus percepciones y experiencias en una narración que resulta al comienzo caótica, y que de a poco va adquiriendo sentido a medida que el lector puede ir armando el rompecabezas. Pero ese rompecabezas no sigue un modelo predeterminado claro: cada lector puede realizar su propio camino de conjeturas e inferencias, y armar ese dispositivo que es la novela.

La trama gira en torno a un grupo de amigos conformado por Juan, Helene, Nicole, Marrast, Tell, Polanco, Calac y mi paredro. La narración no es cronológica, y pasado y presente se van superponiendo, así como también la voz narrativa, que pasa de la tercera a la primera en mitad de una oración. Cortázar también usa muchísimas alusiones a otras obras literarias y artísticas y a hechos históricos. La más importante quizás sea la Condesa de Bathory que funciona como leit motif a lo largo de toda la narración.

Mi primera reacción al comenzar a leer fue de mucha confusión y frustración. Pero a medida que fui avanzando en la lectura todo fue teniendo más sentido. Sigo pensando que Cortázar me gusta más como cuentista que novelista. En 62 hay muchísima complejidad formal y a veces me pareció que esa complejidad no estaba necesariamente al servicio de narrar una historia contundente: muchos de los personajes me resultaron un tanto irritantes en su depresión por no tener nada concreto que hacer o sus vacíos existenciales de gente aburrida. "White people problems" diríamos hoy. Pero la escritura de Cortázar es fascinante. Es una novela para encarar con paciencia, sabiendo que no es una lectura lineal ni pasatista. No lo recomendaría como un libro para entrar a Cortázar, sino para disfrutarlo sabiendo bien de qué va la poética del autor.