¿Se puede devorar un libro en una sola tarde? Se puede si el relato es de una belleza desgarradora, si Gabriela Consuegra tiene la valentía de abrirse en canal y compartir su vida, la de su padre y su familia, sus reflexiones en momentos vitales, si lo logra desde una honestidad, una verdad, una cercanía y una humanidad que te atraviesan. Cuando escribo estas palabras son horas ya de estar descansando tranquilamente, pero qué menos que escribirlas ahora, con el corazón en un puño y las lágrimas aún secándose en mi cara como agradecimiento a la generosidad tan inmensa de la autora.
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