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Muchas cosas se han dicho de este clásico, y no es para menos, el trasfondo político, económico y social es enorme, es innegable que durante un periodo de tiempo algunas naciones europeas vaciaron al continente africano, no solo de gente sino también de recursos; sin pagar lo justo, sin respetar a los aborígenes o a la naturaleza, y lo peor de todo, sin remordimiento. Conrad entonces, narra una historia intensa en un periodo de tiempo muy oscuro para el continente que fue cuna de la humanidad; y lo hace con tal maestría, que logra convertir a la selva en personaje, escenario y metáfora; no por ello se debe desmerecer a los personajes humanos, Marlow (para muchos su alter ego) es un aventurero por antonomasia, que no juzga pero que ve todo con ojos críticos, y Kurtz la viva representación de la ambición, ambos muy bien construidos, complejos, humanos?, eternos. No estoy de acuerdo con los personajes y sus actos, tampoco con la crítica velada de Conrad a la sociedad de la época (creo que debió ser más directo y enérgico), sin embargo, no puedo acabar este comentario sin alabar la escritura tan pulcra y bien lograda; su pluma logra que el lector sienta el calor asfixiante de la selva, la opresión en el pecho que genera la incertidumbre y el miedo, e incluso el tedio o la adrenalina según sea el caso; es sin duda un libro incomodo de leer, lleno de situaciones que nos hacen pensar que es humanidad y cuantos de los que nos decimos humanos cumplimos con la definición; pero también es indispensable para aprender del pasado y no repetir los errores en el futuro. En suma, un buen libro corto, un clásico del genero de aventuras y un candidato seguro para la relectura. |
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