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Esta es la novela con los dos personajes más apasionantes que he leído en mucho tiempo, y es que aunque solo sea por el coraje de Marian y la astucia del conde Fosco, merece la pena leerla. Pero hay mucho más porque es imposible no zampársela de una sentada, tanto te atrapa desde casi el principio. Publicada en 1860, se trata de uno de los primeros textos de lo que se llamó la "novela sensacionalista". Dicen que estas novelas están llenas de suspense, peligros, locura y crímenes, pero también de romance (y en el caso de la dama de blanco se cumple todo esto). Son historias que te atrapan, te sorprenden y te conmueven. La sensación es de no parar porque cuando parece que parte de un misterio va a ser resuelto, aparecen otros detalles que te explotan la cabeza. En aquellos años, la crítica victoriana despreciaba este nuevo tipo de novela por considerarla vulgar y dramática. Compuesta por entrevistas, diarios y cartas, empieza con el relato de Walter Hartright, un profesor de pintura que, de camino a Limmeridge para dar clase a la rica Laura Fairlie, se enfrenta a un incidente que va a estar presente a lo largo de la novela. Al principio Collins parece un poco señoro, pero luego desarrolla personajes tan potentes como Marian, haciendo que Hartright se quede pequeñito a su lado. Incluso quiero intuir algo de crítica a la suerte de la mujer en aquella época, que la hace depender de la generosidad de sus parientes o de la protección del marido. Que puede verse atrapada en un matrimonio que la oprime, llegando a sufrir malos tratos. Una desprotección que puede hacerla terminar en lugares insospechados por voluntad de otras personas y sin que ella pueda hacer nada. La edición que tenía en casa era un poco incómoda, con la letra muy pequeña, y fea. Pero me aventuro a decir que será difícil desbancarla como una de las mejores lecturas de 2021. |
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