El odio es la razón por la que se mueve el mundo, y, después del odio, la fuerza. O permites que el fuerte te veje y, a cambio, te proteja o mueres. No hay lugar para la razón, ni las palabras, ni las medias tintas, siempre fue una cuestión de lucha de razas y de géneros. Al final el eslabón más débil es el que siempre piede. Ese es el trasfondo de un libro en el que el protagonista lucha con la vida desde una perspectiva que a mí me ha resultado difícil de entender y aún así me ha atraído y me he interesado, incluso desde un punto de vista antropológico. Es un autor al que pienso seguir leyendo ahora que lo he descubierto, para seguir adentrándome en una psique que realmente desconozco tanto y de la que tanto aún me queda por aprender. Para interiorizar, entender y quizá hallar paz. O comprender que todo está perdido, que todo lo que podemos hacer es huir hacía delante. Atrás todo está podrido. |