El próximo año en la Habana

Hace unas semanas me llegó por sorpresa este libro por parte de Maeva, una de sus grandes apuestas ya que es el que han elegido como Libro del Año.
Y su sinopsis no me pudo gustar más: secretos familiares, dos tramas que se van desarrollando paralelamente y la revolución cubana como telón de fondo.
Y es que aunque todos conocemos, en mayor o menor medida, cómo ha sido política y socialmente la dictadura de Castro durante todos estos años, hay muchas cosas que desconocemos y que la autora muestra en este libro.

En 1958 Elisa Pérez pertenece a una de las familias más ricas de Cuba. Su vida es fácil, llena de fiestas, vestidos y pocas preocupaciones. Hasta que empieza a fraguarse la revolución de los contrarios a Batista y el miedo y la inestabilidad empieza a crecer en el país.
Las cosas para Elisa se complican aún más cuando se cruza en su camino un revolucionario por el que comenzará a sentir algo más profundo que puede poner su vida en peligro.
Por otro lado, en 2017, Marisol Ferrera viaja a Cuba para cumplir la última voluntad de su abuela, esparcir sus cenizas en el país en el que creció y del que tuvo que escapar con sus padres y hermanas cuando Castro llegó al poder.
Allí, Marisol comenzará a conocer una parte de su abuela que desconocía totalmente.

Si tengo que destacar algo de esta historia sería, sin ningún tipo de dudas, diría que es el reflejo que hace la autora de la situación política y social de Cuba durante los años de la revolución y, la actual, después de la muerte de Castro.
Creo que hay poca gente que conozca por qué comenzó el descontento de la gente y cómo se llegó a ese punto en el que acabaron echando por la fuerza a Batista del Gobierno y, aunque podría haber ahondado mucho más en esos aspectos, sí que consigue plasmar la situación y lo que sucedió durante esos convulsos años: una gran desigualdad entre clases, falta de elecciones democráticas, censura, torturas, fusilamientos a todos aquellos que eran considerados peligrosos... etc.
Paralelamente nos encontramos con el presente y cómo se encuentra el país ahora que Castro ha muerto y es descorazanor ver que las cosas no han cambiado prácticamente nada.
La población sigue soñando con que todo cambie, que vuelva la democracia, y aunque hay cosas que han mejorado (como empezar a abrirse a otros países, especialmente a Estados Unidos), todo sigue igual. No hay elecciones, les gobierna el hermano de Castro, sigue la censura, la persecución de todo y todos los que están en contra del régimen y el miedo y la pobreza impera en la isla.

Todo esto se narra a través de dos voces femeninas. Por un lado la de Elisa Pérez en 1957, una joven de familia adinerada que vive ajena a todos los problemas, ya que su única misión es encontrar un buen marido.
Es cuando conoce a Pablo que comienza a hacerse preguntas y a ver que la suya es una situación privilegiada, pero no la normal general.
En el presente, recorremos las calles de la Habana con Marisol, la nieta de Elisa, y Luis, un profesor universitario, contrario al régimen castrista y nieto de la mejor amiga de su abuela, que le ayudará a encontrar todas las respuestas que rodean el pasado de Elisa.
Las vidas de ambas darán un giro de 180º en sólo unos días y acabarán corriendo un gran peligro por motivos diferentes aunque bastante parecidos.

Pero si hay algo que me ha chirriado un poco ha sido el romance. En ambas historias nace un romance que, a mi parecer, ocurre demasiado rápido. En unos pocos días se aman con locura a pesar de que casi ni se conocen y están dispuestas a arriesgar sus vidas por ellos.
También creo que el amor acaba predominando bastante sobre todo lo demás y creo que contar la historia de Cuba es lo suficientemente interesante como para que no haga falta meter romance.

El próximo año en La Habana es un libro ligero, que se lee muy rápido, que se desarrolla en dos épocas diferentes lo que facilita el comparar la situación de la Cuba de ahora con la de hace 50 años y que da voz a todos aquellos que tuvieron, y siguen teniendo, que escapar de un país que no acepta que la gente tenga ideas contrarias a las del Gobierno.
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