Fantasía alemana

Después de leer La nieta del señor Linh tenía las expectativas altísimas con este libro de relatos. Normalmente no es tipo de lectura que suela hacer pero al ser de Philippe Claudel me decidí rápidamente. Como ocurre siempre en un libro de relatos unos son mejores que otros.

Tenemos un hilo conductor tanto en el tema como en uno de los personajes. Nos habla Philippe Cluadel de las guerras mundiales, de las heridas del pasado, del rastro de humillación, destrucción y dolor que dejó el nazismo, no solo para la generación que lo vivió sino para las siguientes.

Los relatos que nos encontramos aqui son oscuros, destilan tristeza en algunos casos por lo perdido, por la añoranza o por lo arrebatado en otros. Nos hacen mirar a los nazis desde varias perspectivas pero la que más me ha impactado ha sido la de la vejez. Cuando pensamos en abuelos, o por lo menos en mi caso, yo pienso en mi abuelo. Un ser de luz. Una persona que siempre sonreía, que irradiaba felicidad, que luchó y se desvivió por su familia durante toda su vida, un hombre al que todo el mundo quería, fuese o no familia. Es en él en quien yo pensaba leyendo el relato en el que el protagonista está en una residencia. Me indignaba el trato que le dispensaba la niña hasta el punto de aborrecerla. Y es justo ese contraste el que me impactó tanto. Una persona anciana, que no se puede valer por si misma te despierta cariño pero aquí, en este caso, se nos plantea un choque de sentimientos cuando conoces su terrible pasado, una persona capaz de infligir tanto dolor, tanta humillación a otros seres humanos. Y en este punto es donde se abre el debate, ¿todo se puede perdonar?, ¿cómo nos enfrentaríamos cada uno ante una persona así, totalmente dependiente pero cuyo repugnante pasado conocemos?

En fin, no tengo respuestas para estas preguntas, todos nos merecemos ser bien tratados cuando ya no podemos valernos por nuestros medios pero, ¿seríamos capaces, sin ningún atisbo de duda, a hacerlo? Quiero creer que sí porque la mayoría no somos como ellos, pero hay días que, viendo las noticias como esta semana, realmente lo dudo.
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