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La lectura de estas memorias ha sido toda una delicia. La archiconocida autora de novelas de misterio comparte con los lectores fragmentos de su vida privada que van desde recuerdos de la infancia a excavaciones arqueológicas; de sus primeros pinitos como escritora a la producción de libros, teniendo en cuenta todos los aspectos fiscales; de sus relaciones con sus maridos a su propio carácter. No había leído nada de Agatha Christie hasta este verano y la imagen que tenía de ella ha cambiado mucho en apenas un mes. Me podía imaginar que era inteligente y calculadora, y así es (llega a decir que sólo escribía una novela por año para no pagar más impuestos). Pero no me esperaba encontrarme con un personaje tan optimista y tan alegre. Porque si bien en todas las vidas hay capítulos más tristes, la impresión que da al leer su autobiografía es de ser ese tipo de personas que se adaptan a todo, que luchan para seguir adelante y que no se le caen los anillos para hacer lo que considera su obligación. También me ha maravillado su lado más aventurero (fue de las primeras surferas), y he disfrutado mucho su descripción del paso del tiempo a través de episodios históricos o cambios sociales como las diferentes guerras que le tocó vivir o la irrupción del automóvil en su vida (sus momentos top 2: su entrevista con la reina y la compra de su primer coche propio). ¿Que tiene episodios de su vida maquillados o incluso obviados? Seguro que sí. Me ha dado la impresión de que ella misma ha decidido recordar en este libro cosas alegres y hay poco espacio para el drama. Pero yo me lo he pasado estupendamente leyendo a Agatha como si fuera una abuela o una tía que nos invita a tomar el té mientras nos explica sus batallitas, su afición por las casas, sus intereses o sus múltiples viajes. |
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