Ya otra vez el asombro ha preguntado si los que del amor hacían gala, eran los mismos que, en la patria historia, honraban las insignias del soldado, batían antes de morir el ala y espantaban la muerte con su gloria. |
Ya otra vez el asombro ha preguntado si los que del amor hacían gala, eran los mismos que, en la patria historia, honraban las insignias del soldado, batían antes de morir el ala y espantaban la muerte con su gloria. |
Yo soy el alma joven de las verbenas locas, que pone los claveles sangrientos en las bocas, y canta el sonoroso y el olímpico epigrama del vino y del abrazo, del beso y de la llama. |
La carne es fango y mi arte no es de carnales galas, sino de florilegios en las campestres salas, donde susurran fuentes, donde aletean brisas, donde las flores cambian suspiros y sonrisas... |
Para pedirte una flor de esas que huellan tus pies, Pan se viste de marqués y Apolo se hace pastor. ¡Cuánta memoria despierta ese tu donaire altivo! ¡Eres el recuerdo vivo de la aristocracia muerta! |
Tu cabellera empolvada, rima con la albura acaso de los estiches de raso que cubren tus pies de hada. Formas de suave inflexión muestra tu talle, ceñido por su simbólico vestido como abierto corazón. |
¡Qué horrible es el dolor cuando perdura y se goza en matar así las galas, una tras otra, en siglos de amargura! ¡Nada importa el dolor, cuando tiene alas! |
¡Mísera de la anciana, que ya en el lecho ardiente no encuentra las caricias del cortesano joven! ¡Mísera de la vieja, que del amor antiguo despierta la memoria de dichas palpitantes, al profanar con besos las impecables bocas de los ingenuos niños que estrecha entre sus brazos! |
Alma no comprendida y calumniada; numen radiante en sublimado ensueño; fe que bregara con altivo empeño, serás tú la figura desgarrada del héroe agonizante que, risueño, fija en los cielos la postrer mirada. |
¡Vale más, pues, morir! Joven y bello, sacrifícate al andia que te inspira; busca en la muerte el póstumo destello de la única gloria; dobla el cuello, y que te decapiten con tu lira. |
Yo moriré abrazándome a tu traje, cual el soldado, que la aviesa suerte hace caer en la batalla fiera, no se rinde cobarde ante la muerte, sini que, altivo entre su propio duelo y digno de la gloria que lo espera, goza también del ultimo consuelo de morir abrazado a su bandera ... |
Marinero en tierra