Los nombre impares

He leído este libro con la constante sensación de estar participando en un juego, o más bien en un experimento, sin querer saber si las líneas eran ficción o realidad, con el deseo de que esa duda se mantuviera hasta el final. No necesitaba solucionar el enigma.

Cuando el narrador se enfrenta a la posibilidad de indagar en la vida de un hombre, Damián Gallego, del que sospecha que en realidad es Darío Galicia, un desaparecido poeta mexicano de los setenta perteneciente al grupo de los infrarrealistas, ve la oportunidad para salir de un bloqueo creativo en el que está sumergido. La investigación y búsqueda de la verdad casi se convierte en una obsesión que se convierte en el motor de su escritura. Sin embargo, durante todo el tiempo planea una duda: ¿Está creando al personaje a su antojo o es fiel a las pruebas que va encontrando?

Esa búsqueda de la identidad, la manera en que adaptamos y transformamos los recuerdos y, sobre todo, la importancia y el amor a la literatura inundan las páginas de este libro en el que hay referencias a autores, libros y citas que hacen disfrutar a cada paso. Bolaño, Cortázar, William Carlos Williams, Faulkner, García Morales... Todos forman parte del fondo de una historia que está sin terminar.

En esta novela que se puede enmarcar como ensayo ficción (esa manía que tenemos de catalogar todo, de encontrar definiciones que nos hagan sentir cómodos) el autor juega con los límites entre la verdad y la verosimilitud, lo real y lo inventado. Y el resultado es de lo más interesante.

Para amantes de la literatura con una mirada inquieta y curiosa.