La historia de tu vida

Como su otro libro de relatos, “Exhalación”, libro que me gustó algo más que este, “La historia de tu vida” es un heterogéneo conjunto de textos con resultados dispares. Aunque hay belleza en algunos de los cuentos, su fuerte vuelven a ser las ideas que sugiere, el debate que plantea en cada uno de estos ensayos “relatizados”, especulaciones que, no hay duda, son presentadas de una forma muy atractiva.

El hecho de que en conjunto me hayan gustado menos se debe en buena parte a que algunos de ellos pecan de un excesivo desarrollo de la idea, de una profusión de detalles que no aportan nada a lo realmente importante, lo que esa idea implica para nosotros, lo que dice de nosotros o del sito al que nos dirigimos de tomar tal o cual camino. Entre estos está Comprende (¿qué seríamos de aumentar nuestro nivel de inteligencia?) o Sesenta y dos letras (el que menos me gustó de todos).

También estaría entre estos La historia de tu vida, relato que, aunque se me hizo algo pesado todo el pródigo análisis del lenguaje de los extraterrestres y me pareció inverosímil la falta de curiosidad que se les atribuye, disfruté bastante. A pesar de todo, como digo, me encantó la forma del relato, como une en un mismo plano pasado y presente, me interesó todo lo relacionado con la forma en la que nos determina el lenguaje, hasta me pareció meritorio el intento de solución de la paradoja que aparece en una situación en la que, teniendo libre albedrío, se conoce el futuro de antemano, lo que no quiere decir que me fuera satisfactoria.

La torre de Babilonia, es uno de los relatos más bellos y más interesante del libro, bien desarrollado y maravillosamente culminado (un final digno del universo Escher). La insaciable curiosidad humana, nuestra casi infinita capacidad de adaptación al medio, hasta se puede interpretar todo el relato como una metáfora de la imposibilidad de escapar de ciertas cosas, la realidad o nosotros mismos, por más que lo intentemos, aquí estamos y así somos.

Dividido entre cero. Me gustó su estilo, menos el tema y no acabé de entender el desenlace. Quizás el problema con el tema es que se centra en las matemáticas, alguien que descubre que no son el mundo tan perfecto y ordenado que creía y sin cuya condición se ve incapaz de vivir, y me cuesta pensar que este descubrimiento sea tan determinante.

La evolución de la ciencia humana ni siquiera puede considerarse como relato, en él, y en muy pocas páginas, se presenta el problema que supone la frontera del conocimiento, comprensible ya para muy pocas inteligencias, y cómo tal situación se puede complicar muchísimo en el momento en el que se consigan inteligencias artificiales más potentes que lleguen a conclusiones totalmente incomprensibles para nosotros.

El infierno es la ausencia de dios es otro de mis favoritos. ¿Cómo reaccionaríamos si Dios se manifestase de forma indudable?, ¿si se descubriera que el infierno no es tan malo, que es muy parecido a seguir vivos?, ¿si se supiera a ciencia cierta que nuestros seres queridos ya están en ese infierno?, ¿si se descubriera que Dios es en gran parte caprichoso a la hora de enviarnos al cielo o al infierno? Un conocimiento que resalta aún más una idea que es para mí incomprensible, incluso si se tratara del dios cristiano, justo y bueno (me refiero al del nuevo testamento, naturalmente, el del antiguo testamento sería más parecido al del relato): el amor incondicional hacia él, algo que parece ponderar mucho el autor.

Por último, ¿Te gusta lo que ves? es un relato interesantísimo en el debate que plantea. ¿Sería deseable que el aspecto físico de los demás no nos influyera, que el nuestro no influyera en los demás? Psicológicamente está más que demostrado que la belleza física nos predispone en favor del individuo en no pocas circunstancias, ¿sería bueno eliminar esta discriminación? Como en otros de sus relatos, mi opinión difiere de la del autor que, a pesar de que ha tratado de ser justo a la hora de presentar los pros y los contras de tal situación, se le ve claramente el plumero (y después lo confiesa abiertamente en los comentarios a los relatos que hay en las últimas páginas del libro). Por ello, me parece loable la inclusión del comentario que atribuye a un profesor de estudios religiosos:

“Verán, los cimientos de nuestra cultura provienen de la Grecia clásica, donde la belleza física y el cuerpo eran celebrados. Pero nuestra cultura también está completamente permeada por la tradición monoteísta, que desprecia el cuerpo en favor del alma. Estos viejos impulsos en conflicto han vuelto a ponerse de manifiesto, esta vez en el debate sobre la caliagnosia.”

Entender el cuerpo como una carcasa ajena a nosotros mismos, o incluso que juega en contra de nosotros, ya saben, las tentaciones de la carne, me parece del todo equivocada, no solo “filosóficamente” sino también biológicamente. Como me parece injusto pensar que no hay ningún mérito en ser atractivo y sí lo hay en ser inteligente o simpático, como me parece arbitrario ponderar otras cualidades mientras se desprecia la belleza.

Y es del todo incierto que defienda esta postura, como he escuchado por ahí, solo porque soy muy guapo, pensaría igual aunque fuera feo.