El hombre que fue Jueves

Érase una vez en Londres

Londres, Saffron Park, en él se reúnen normalmente los poetas para mantener acaloradas charlas sobre el todo en general. En una de ellas el poeta Gregory declama su amor por la ruptura de las normas, frente a él se sitúa el poeta Gabriel Syme, firme defensor de la norma clásica. Tal es su batalla que todos consideran que Gregory es anarquista y Syme se declara claro vencedor de esta batalla dialéctica. Así comenzará la trama policíaca en la que Syme, policía anti-anarquista encubierto, perseguirá y será perseguido por destapar una quimera. ¿Quién es el Domingo?

Y sé que la sinopsis os ha dejado desconcertados porque el comienzo de la novela es igual de desconcertante y porque cualquier explicación más sería spoiler. Baste decir que nos encontramos ante una novela de planteamiento policíaco, pero con una gran carga filosófica y metafísica detrás. Sin embargo, y antes de que empiecen los ceños fruncidos, a pesar de su trasfondo, la novela tiene un hilo argumental sencillo y que nos invita a seguir leyendo. Su premisa descubrir quién es anarquista y cuál es la identidad del Domingo.

De este modo comienza una persecución contrarreloj, ya que se ha enterado de que ellos, el bando del desorden, van a lanzar una bomba en París. Comienza la investigación, los desencuentros, los secretos y revelaciones, la tensión por que no le descubran… Todo lo policíaco, pero como os digo con un girito más.

De tramas y proclamas

Dentro de esta trama lo primero que encontrará el lector será la disputa entre poetas que no hará sino escenificar la antigua disputa entre antiguos y modernos. En ella los clasicistas proclamaban en las normas de estilo clásicas (las grecolatinas) eran las únicas que podían dar belleza a la literatura. Por su parte, los modernos proclamaban la ruptura de las mismas y pregonaban la importancia del genio creador de un mundo nuevo, diferente e individual.
Así de una discusión poetas, salta la novela al género policíaco al transferir esa ruptura de normas literarias en normas políticas, convirtiendo a Gregory en anarquista y a Syme en representante de la ley y el orden, la policía. La dialéctica en este sentido será muy interesante porque Chesterton empleará una fina ironía que irá hilando los temas de uno a otro.

Una vez que tenemos definidos a los dos protagonistas, el autor no deja ver que al final ese mantenimiento de la norma no es más sino una acto paternalista de defensa frente al desquiciamiento.

En este sentido, la novela sigue esa idea y comienza a desquiciarse cada vez un poquito más, tanto en la trama como en los personajes que cada vez son más surrealistas y cuyos escenarios son cada vez más oníricos. No obstante, la novela no es conceptual, repetimos la trama que nos engancha es la persecución policial para detener un atentado.

El encuentro con el yo

Pero esa persecución no será una más para Syme, en ella, y gracias a las confusiones y momentos de humor que se incluyen, el policía comenzará a preguntarse quién es él mismo, ya que nada es lo que parece. de esta manera, poco a poco, Syme comenzará un camino propio que concluirá con una idea que creo que es el eje central de la novela y que se concretará al final de la misma. Un camino casi asceta que se logra gracias a la creación de imágenes poderosísimas.

Merece la pena el temor

Y es que, aunque la novela parezca compleja no lo es. Es contundente, desde luego, pero gracias a la agilidad de la trama y la sencillez en el estilo Chesterton consigue que nos divirtamos y a la vez nos planteemos un par de cuestiones que al final siempre están ahí: la diferencia entre el bien y el mal, el orden y el desorden, el yo y el otro.

Os recomiendo de verdad la novela, aunque los clásicos a priori no os llamen, aunque penséis que no vais a conectar con él, porque al final, ¿quién no ha jugado a policías y ladrones? Espero que os guste.
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