Dulce castigo

Hay recuerdos que uno silencia para no revivirlos... Aunque sean parte del pasado, el dolor puede extenderse hasta el presente.

No todos corremos la suerte de encontrar esperanza en los momentos más terribles, algunos necesitan que alguien les muestre que existen, que es posible salir adelante.

Llegaste a mi vida cuando estaba roto y me arreglaste. Con toda la paciencia del mundo, colocaste cada pieza en su lugar. Hiciste que volviera a sentirme como una persona, hiciste que volviera a sentir. Nadie me ama como tú lo haces, nadie lo hará nunca.

Nos queremos tanto que tratamos de protegernos incluso de nosotros mismos.

La mayor parte de mi vida creí que el mundo había sido injusto conmigo, pero entonces apareciste y cada vez que te acercas para abrazarme o para besarme, o cuando me sonríes... Diablos, sería capaz de pasar por todo otra vez, solo porque sé que al final voy a encontrarme contigo.

Su presencia consiguió hacerme sentir que no todo está perdido, que las partes malas de mi podrían largarse algún día.

Él llegó y lo cambió todo en un parpadeo. Tan rápido y aliviador, como una brisa veraniega en medio de un día frío de invierno.

Mi papá me dijo una vez que no se necesita demasiado para comenzar a cambiar el mundo, por la sencilla razón de que puedes empezar cambiando lo que tienes a tu alcance. Ahí es donde inicia todo.

Hay lugares de los que nunca puedes escapar.

Por lo general, los niños que pasan tiempo acá lo hacen porque prefieren escapar durante un rato de sus casas; sus vidas familiares son un infierno y el deporte, la única vía de escape. Me recuerdan demasiado a mí y, cuando veo sus caras, solo puedo pensar en que la vida y el mundo es un basural repleto de injusticias.