El nombre de Martín Cerda es sinónimo de ensayo literario, género que cultivó y sobre el que reflexionó con agudeza toda su vida. Intelectual imprescindible de la segunda mitad del siglo XX, dejó escritos más de cuatro mil artículos -que él denominaba "papelería dispersa"- y solo dos libros: un incendio devoró su biblioteca con notas y manuscritos de laboriosos proyectos. Su muerte, sobrevenida casi inmediatamente, le impidió recomponer lo perdido.