La chica de nieve

Cuarta novela de Javier Castillo, que es independiente con respecto a las anteriores, pero que sigue manteniendo el estilo del autor y esa técnica de ir dando saltos en el tiempo para completar la trama sin dejar cabos sueltos.


De las cuatro novelas que he leído del autor, esta es la que menos me ha gustado. Ha mantenido el suspense durante casi toda la trama, pero se alargaba en exceso y ha tenido un ritmo demasiado lento, con bastantes capítulos de relleno.


La mayoría de los capítulos están narrados en tercera persona, aunque hay algunos narrados en primera persona por Miren Triggs, que se convierte en la verdadera protagonista de esta historia.


Miren es una joven periodista que se ve atrapada por la desaparición de la pequeña Kiera Templeton, y su mayor objetivo es encontrarla. 

Es una mujer decidida, con carácter y con un pasado oscuro que le ha obligado a enfrentarse a sus peores temores, saliendo adelante y venciendo sus miedos. Solitaria e introvertida, tiene claro lo que quiere lograr y luchará por ello hasta el final.


La mayoría de personajes están bien construidos, pero les falta profundidad, apenas sabemos de ellos y faltan datos acerca de cómo han ido evolucionando, además de algunas leves contradicciones (especialmente en Aaron y Grace Templeton) que confunden al lector.


Hay tres líneas temporales principales, si bien se van dando constantes saltos en el tiempo (que en ocasiones pueden confundir al lector). Los tres años más importantes son 1998 (desaparición de Kiera), 2003 (aparece la primera cinta y se reabre el caso) y 2010 (aparece la última cinta).


Normalmente, me gustan los saltos en el tiempo que se dan en algunas novelas, ya que permiten al lector conocer toda la historia, y normalmente desde diferentes perspectivas. Sin embargo, en esta ocasión a veces me he sentido confusa respecto a los hechos, necesitando anotar qué sucedía cada uno de los años, para ver si cuadraban las fechas y hechos a lo largo de la historia.


El inicio de cada capítulo tiene una cita que es preludio de lo que nos vamos a encontrar a continuación, como si fueran unas palabras clave de algo que los personajes van a conocer, aprender o experimentar en los siguientes párrafos.


La velocidad de la trama se precipita conforme nos acercamos al final, lo que reafirma la sensación de que la trama ha ido demasiado lenta durante casi toda la obra, excepto algunos puntos clave.


Sí que capta la atención del lector, especialmente al final de cada capítulo, pero no siempre logra mantener esa tensión o esas ganas de seguir avanzando.


Se trata de una historia que entretiene en esa búsqueda de la verdad y lo que sucedió con Kiera, pero no ha logrado atraparme tanto como las anteriores obras del autor.