El ojo castaño de nuestro amor

.Me alucina Cartarescu. El año pasado comencé a leer en formato electrónico 'Solenoide' y me flipó su capacidad de imaginación. Como me estaba gustando tanto, decidí que quería seguir leyéndolo en papel y aún no lo he sacado de la biblioteca, ya que por su volumen y la manera en que está escrito necesito mucho tiempo para leerlo, así que es un proyecto a terminar. También el año pasado leí 'El ruletista', que me gustó mucho, aunque eché en falta al Cartarescu imaginativo de 'Solenoide'.
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Así que a falta de más tiempo, opté por reencontrarme con Mircea en este 'El ojo castaño de nuestro amor', que me ha gustado muchísimo. Nos encontramos en él 20 relatos en los que nos habla de su vida, aunque algunos son una especie de cuentos. Si bien algunos relatos son más terrenales, otros muestran a ese Cartarescu cuya imaginación asciende y cruza la atmósfera para llegar a capas más altas, muy altas. Y ese es el Cartarescu que me fascina: el onírico, el orgánico, el que hace referencia a insectos, a partes del cuerpo, el que crea universos alucinantes.
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Tiene la capacidad de crear interés por cosas que son realmente cotidianas, como sus primeros pantalones vaqueros o el primer libro que leyó. Nos relata episodios de su vida en una Rumanía empobrecida como resultado de los totalitarismos. Destacaría dos de los relatos: 'Ada-Kaleh, Ada-Kaleh', que abre el libro y cuyo inicio ya es fascinante, en el que nos habla de una isla que existió en el Danubio y que en la actualidad se encuentra sumergida en sus aguas; y el que da título al libro, en el que habla de su hermano gemelo Víctor, que tenía los órganos al revés, como si uno fuese la imagen especular del otro.
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Es una lectura para disfrutar. A momentos, en pequeños sorbos aunque quieras bebértelo de golpe, porque es una lectura exigente. Pero Cartarescu merece mucho la pena.
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Última reseña del año. En nada llega el 2020 y con él nuevas lecturas. ¡Feliz Navidad!