El hombre del laberinto

Samantha desaparece cuando tenía trece años una mañana. Nadie sabe que pasó con ella, no hay pistas que seguir ni posibles sospechosos y el caso queda olvidado. Hasta que quince años después aparece desnuda en la carretera de los pantanos con una pierna rota.
A partir de ese momento, el detective privado Bruno Genko que había sido contratado para buscar a la niña cuando la policía se rindió, quiere resarcirse de su decisión y limpiar su conciencia con este caso.
Al mismo tiempo que vemos como evoluciona la investigación de Bruno casi sin ayuda pero con la inestimable presencia del jefe del Limbo, la sección de desaparecidos de la policía, consigue reunir las pistas necesarias para comenzar su investigación y poner su vida en peligro varias veces; vamos conociendo también los sufrimientos de Samantha en todo ese tiempo que estuvo encerrada en el laberinto.

La novela es muy entretenida, rápida y fácil de leer, no es de las que te mantienen en una tensión completa, pero mantiene la expectación y los capítulos cortos ayudan a la agilidad de la historia. Y aunque parece un poco obvia a la hora de solucionar el problema, en el último momento nos vuela la cabeza con algo que no esperábamos para nada.
La narrativa es buena, te mantiene con la intriga de descubrir al secuestrador y sus motivaciones y como terminará toda la historia. Los personajes son muy realistas con sus dificultades y sus claroscuros del que culebrea entre el bien y el mal.
Este es el tercero de cuatro libros, pero se puede leer de manera independiente ya que solo están traducidos al español el primero, el tercero y el cuarto. Pero si que deja un pequeño hilo por si quieres descubrir la siguiente historia, cosa que no me importaría hacer.