El hombre del laberinto

Nos situamos en una tremenda ola de calor, tan exagerada que las autoridades han decidido tomar unas medidas extraordinarias y es que es tanto es el calor que trae esta nueva ola, que les hace imposible hacer una vida normal durante el día, así que la gente trabaja por la noche, y aun así es insufrible, y solo duerme por el día el que sea tan afortunado de tener un sitio donde dormir, y sobre todo que tenga aire acondicionado, esta situación nos va a condicionar los pasos que se van a ir dando durante la novela.
Pronto vamos a conocer a una adolescente Samantha Andretti de trece años, que se dirigía a hablar con el chico que le gustaba y que por fin le ha hecho caso. Lástima que para ver si va guapa se acerque al cristal de una furgoneta aparcada.
Quince años después aparece aterrorizada, desorientada y con una pierna rota. Alguien la ha encontrado en un camino y como no quería problemas ha hecho una llamada anónima para que la recojan. ¿Dónde ha estado durante tanto tiempo? ¿Qué le ha pasado? ¿Se ha escapado? ¿La han dejado salir? Está de psicotrópicos hasta arriba y será el Dr. Green quien la ayude en su recuperación, porque sospechan que puede no ser la única víctima. Sam no recuerda nada de su salida, y muy pocos flashes de su estancia, no puede creer que alguien le haya robado quince años de su vida. Lo único que sabe es que vivía en un laberinto y que todo era un juego, nunca vio a nadie, pero si ella no conseguía resolver ese juego no habría comida ni agua. Y por ese juego y su instinto de supervivencia sabe que ha hecho actos deleznables que están enterrados en su mente, gracias a la terapia irá recordando su horrible secuestro.
Fue un caso muy mediático en su momento, pero la policía no tenía nada, no tenía ninguna respuesta a muchas preguntas. La familia destrozada y desesperada contrata a Bruno Genko, un detective privado que tampoco consiguió nada, pero que ahora va a tratar de averiguar qué ocurrió. La policía no se lo va a poner fácil, piensan que es un caradura, pero cuando comience a tener resultados no van a tener más remedio que colaborar. Él tiene un carisma especial, contactos, un talismán bastante particular y una especie de seguro de vida en una caja de la habitación 115 del Ambrus Hotel.
El autor juega con nosotros desde el principio, nos va dando pequeñas pinceladas de información, va controlando los tiempos y te va envolviendo en una tela de araña de la que realmente no quieres escapar, quieres más. Lo que más me ha sorprendido es cómo juega con la mente y en lugar de recrearse en lo más retorcido o sangriento, sencillamente lo omite y te deja a solas con tu imaginación, el miedo se hace más profundo y más patente cuando con un par de silencios o pequeños chasquidos consigue ponerte más alerta que con un afilado cuchillo.
Conforme te vas acercando al final vas atando hilos, pero los hilos que él quiere que ates, para que una vez que los tengas a punto de tensarlos, da un golpe de timón y te quedas con cara de tonta y tienes que leer una y otra vez el final para confirmar que el mundo es un lugar perverso, lleno de personas que están llenas de maldad en un juego que se dirime a vida o muerte. Además se puede decir que es una novela muy cinematográfica.
Absolutamente recomendable
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