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Qué difícil me resulta hablar de este libro que me ha dejado sin palabras. Leonora Carrington evoca los recuerdos de su encierro involuntario en un sanatorio durante el tiempo que pasó en España, tras dejar la Francia ocupada y presenciar el arresto de su pareja. ¿Hasta qué punto los delirios fueron una huída del mundo salvaje del que fue testigo?, ¿O fueron un refugio frente a la tortura a la que fue sometida durante su encierro? ¿Cuanto de creación artística había ya en esas elaboraciones? Creo que algo había de todo ello. Sus pensamientos, sueños y delirios contienen tanto de denuncia, de crítica y de verdad que solo no podemos sino constatar que ella era la que estaba cuerda. Hay muchísima belleza en estos diarios, también mucha crudeza, y nada de autocompasión. El poder de sanación que otorga a la naturaleza y su capacidad para no rendirse son ejemplos de esta belleza. Me he sumergido como he podido en su vida y en su obra, pero no la alcanzo. Me resulta inaccesible por su complejidad, por lo extraño que me resulta su lenguaje, porque me abruma su personalidad (libre, indómita)…y todo ello me ha dejado paralizada, « agarrotada ». Necesito y quiero más, sobretodo porque, además, vivió en mi adorado México, donde conoció a otras artista (Leonor Fini, Lee Miller, Kati Horna o Remedios Varo), y todo ello va a hacer mi proceso de descubrimiento aún más apasionante. — |
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