El Reino

“El reino”, novela del escritor francés Emmanuel Carrère, fue publicada en agosto del 2014. Es un libro resiente al que no me había acercado por su fama. Tiendo a evitar cualquier cosa que esté en boca de todos. Me molestan los acríticos fanáticos y el odio encarnado de los detractores de cualquier cosa. Prefiero la distancia del tiempo. Y prefiero el silencio para estudiar lo que sea. Y cuando un libro es tan comentado el ruido que entorno a él se genera me molesta. Cuando este libro fue publicado cursaba mi segundo año en la universidad. Estudié Filosofía y Letras en una academia de tendencia positivista y analítica, donde el espacio a otras visiones y formas de pensamiento está limitado. En este mundillo abundan los ateos fanáticos que dedican su vida a Dios; claro está, tratan de demostrar su inexistencia, atacan a los creyentes, se erigen defensores de la razón. Algunos de los autores más leídos y comentados por quienes eran mis profesores y compañeros de clase eran Christopher Hitchens y Richard Dawkins. En ese espacio y con esas personas oí hablar por vez primera de Emmanuel Carrère.


Es la primera vez que leo a este autor. Este libro es una extraña mezcla de varios géneros literarios, en él se encuentra el ensayo, la autobiografía, la novela, el relato, entre otros. La pretensión del autor era indagar sobre los orígenes del cristianismo. La figura principal de esta indagación viene a ser Pablo de Tarso y, a partir de él, otros evangelistas y personajes fundamentales para los primeros años de lo que luego se llamaría cristianismo. No es una tarea pequeña la emprendida por Carrère.


Debo decir que el libro fue una decepción total, que todo el ruido que en torno a él se generó solo fue un canto de sirenas para mí. Pero la vida no es blanco y negro. Trataré de explicar el porqué de mi decepción, dónde creo que falla el libro y qué puede rescatarse de él.


El libro está dividido en 4 secciones y un epílogo. La introducción y la primera parte son una narración autobiográfica donde el autor nos cuenta sobre su vida pasada, sobre cómo se convirtió al cristianismo durante tres años y cómo al cabo de este periodo deja de serlo para ubicarse en un agnosticismo que, a veces y por lo que dice en el libro, se confunde con un ateísmo radical. Lo importante de esta narración es que nos cuenta porqué terminó leyendo el evangelio de San Pablo en su época de creyente y cómo, años después, la retoma con el propósito de escribir un libro. Sobre esta primera parte no hay mucho que decir, introduce personajes que en la totalidad del libro resultan absolutamente prescindibles, narra sucesos de su vida sin importancia real para el desarrollo del texto y da largas durante 115 páginas que perfectamente pudieron ser resumidas en la mitad o menos.


La segunda parte es la única que se salva de este libro. Es una narración entorno a la vida y obra de Pablo de Tarso, su relación con los apóstoles y primeros creyentes de la doctrina de Cristo, los problemas que atravesó en su deseo de evangelizar a los paganos. Todo esto a la par que hace un detallado ejercicio de exégesis del evangelio de Pablo. Aquí también va presentando algunos sucesos de su vida, va presentando sus razonamientos e invita al lector a desmenuzar lo que en ellos se encuentra, todo entorno a la figura de Pablo. Es na trabajo juicioso de investigación el que hace el autor, sin llegar a ser brillante. Para quien no conozca la historia del judaísmo y del cristianismo puede llegar a ser muy interesante la reconstrucción que hace Carrère. Además, de fondo siempre está presente el ambiente político y cultural de la época, la ocupación romana, la resistencia judía. No obstante, para los lectores medianamente informados sobre estos temas, esta sección no resulta mejor que una entrada de Wikipedia. Quizá mejor escrita, pero no hay nada especial en ella.


La tercera y cuarta parte me llevaron a la indignación. Pareciera que la documentación para escribir lo que sigue fue dejada de lado. Carrère se toma cientos de libertades, hace suposiciones y sobre ellas eleva argumentos, cuenta cientos de anécdotas irrelevantes, el libro se extiende más y más sin motivo alguno. Y claro, estas largas son para hablar de sí mismo. Aquí el lector se siente no frente a un libro terminado y editado, sino frente a un borrador, a la maqueta o el proyecto de un futuro libro. Empieza a redundar en las metáforas, los símiles, los sentimientos, historias y argumentos. Todo se hace soso y repetitivo. Se habla de San Lucas, pero no hay linealidad, todo se va por las ramas y constantemente se pierde el sentido, estilo y unidad de la narración. El trabajo de la segunda sección, que es bueno, se disuelve, corre a la nada.


Me molesta bastante que el libro sea un canto a sí mismo, el autor pareciera estar mirando a su ombligo siempre. Está bien que hable de su relación con el cristianismo, con Pablo de Tarso, su experiencia como creyente y todo lo que desee. Pero el resultado es empalagoso. Y no me molesta que un autor escriba un libro sobre sí mismo. Acabo de iniciar la saga autobiográfica “Mi lucha” de Karl Ove Knausgard, 6 libros sobre sí mismo, una indagación “proustiana” (como la han llamado algunos) maravillosa.


En definitiva. Un libro a mi parecer sobrevalorado. Me decepcionó porque, aunque la segunda parte me ilusionó, la tercera y la cuarta parte me robaron esa ilusión. Un libro que pudo ser editado de mejor manera para que no pareciera una colcha de retazos mal pegados porque al leerlo se siente que tiene muchísimo relleno. Un libro que no recomendaría. Hay mucho que decir sobre este libro, pero ya gasté muchas horas de mi tiempo leyendo esas 500 páginas, no gastaré más tiempo en él.

Posdata:
Esta cita del autor resume lo que pienso de su libro: "[…] si hablo de mí, siempre se me puede tener confianza. Pero en cuanto tengo que hablar del Evangelio me quedo mudo." Pág. 329. Quizá no debió romper ese silencio.