Pan de limón con semillas de amapola

Advertencia:
Este libro tiene unas 60 frases ( algunas conversaciones enteras) en Mallorquín traducidas en pies de página.

Debería ser obligatoria esta leyenda en la portada y así los cascarrabias como yo, descartariamos de inmediato lecturas con alardes vernáculos.
Dos o tres las puedo aceptar...60 son un suplicio.
Seguramente un turco, un austriaco o en Valladolid sepan apreciar tamaño derroche cultural. Para este valenciano el valor es cero.

Pan de limón con semillas de amapola es una novela con un potente mensaje de crecimiento personal, incluso en la derrota.
No es spoiler, la narración comienza conociendo el destino final de uno de los personajes, hilo conductor para contarnos como se llega a ese desenlace.

Dos hermanas separadas en la adolescencia se reencuentran al serles concedida por una extraña la herencia de toda una vida.
Una panaderia antigua con molino y horno de leña.
Aquí empieza la magia.
Texturas, aromas, sabores y harina. Una auténtica delicia para los sentidos.
Y para el apetito.

Dos mujeres a las que Cristina Campos dota de personalidades y formas de vida totalmente opuestas.
Anna, hermana mayor y esposa abnegada, sumisa de un especulador venido a menos.
Marina, ejerce a pleno pulmón su libertad. Doctora que trabaja en una ONG para atender a los más desfavorecidos en condiciones extremas.

Junto a ellas, salvo Armando y alguna psicóloga crecidita, un universo de pequeños pero grandes personajes y un remoto pueblo muy balear donde los secretos se saben y se callan.

Campos hace de la sencillez un arte con prosa ágil y trama adictiva sin la renuncia de abordar diversos conflictos personales y familiares que acechan a la mujer contemporánea:

Maternidad, dificultad de relaciones con una hija adolescente que no encuentra su espacio, decadencia económica, sumisión al esposo por educación materna ( aquello del ver, oír y callar) o lucha contra la enfermedad son algunas de las muchas capas muy bien incorporadas a la trama.
No se trata de pegotes aquí y allá sino que suman con equilibrio y logran un libro en su conjunto aún más interesante.

A pesar del banquete idiomático con el que no comulgo ( sea mallorquín, arameo o eslovaco) la novela me ha gustado mucho, tanto por el respeto que demuestra la autora en los asuntos más delicados como por su forma de transmitir y narrar una historia que me ha abstraido por completo.

Ahora la pelota la dejo en vuestro tejado.
Para mi el tiempo fue excelentemente invertido.