Cuando leí el título pensé que me encontraría una historia triste, un amor imposible, un final amargo, pero más lejos de la realidad. Es una historia preciosa a pesar de todas las piedras que los protagonistas, Lenon y Daniel, se encuentran en el camino. Dos chicos totalmente opuestos, dos caras de la misma moneda que deben luchar contra los prejuicios ajenos, pero también a los propios. Me quedo con dos reflexiones de la novela: "Que peligrosos son los prejuicios que nos meten en la cabeza y que nosotros mismos aceptamos" pero "Benditos aquellos que son capaces de cambiar de opinión". |