Una aventura arriesgada

En la casa no quedaba nada para bebe. El doctor Morris había dicho que el cólera se transmitía por el agua, y Flora había puesto unos cubos en el jardín para recoger la lluvia. Pero la poca que quedaba ya se había terminado. Habían abierto las latas de verduras que su madre reservaba para el invierno y habían bebido el agua de los guisantes y los espárragos. Incluso se habían bebido el vinagre de las cebollas y de los pepinillos en conserva. Ya no quedaba ni una gota de agua en toda la casa.

Quería una mujer sencilla y honesta en la que pudiera confiar, y cada día estaba más convencido de que esa mujer era Rosalind.

La reputación es como el cristal o una porcelana fina. Una vez rota es imposible arreglarla.

Nick era un hombre sencillo, pero bajo su apariencia tosca y temperamental se escondía una persona amable y comprensiva. Y Rosalind quería contárselo. Estaba harta de guardar secretos.

Nick noto que Rosalind lo miraba con interés. Si pudiera olvidarse del juicio y dar rienda suelta a sus sentimientos... Estaba harto de estar solo. Se había enamorado de Rosalind desde el momento en que entró en Sal's Dinner.

Los dos conocían el secreto para erradicar las enfermedades del suministro de agua. Conseguirlo les había costado toda una vida de estudio y esfuerzo.