Aquellos a quienes hemos amado no pueden desaparecer sin más. Con esta frase me quedo, porque la novela en sí no me ha llegado. Rompiendo con la tradicional pena por la pérdida de un ser querido, la autora da un giro brutal en esta novela que al menos a mí no me ha gustado mucho, la verdad. La impresión que me dio página tras página es que, más que un duelo, Blanca enmascaró la muerte de su madre con un velo de flores, y lo siento pero a mí eso no. Trata la muerte de una forma muy superflua, superficial, y no terminé de empatizar con el personaje, para mi gusto poco construido y moviéndose solo en el desenfreno torpe y la dejadez. Un día a día que me ha dicho poco... |