De todos nuestros talentos, los dioses odian con pasión aquellos que más nos asemejan a ellos.
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De todos nuestros talentos, los dioses odian con pasión aquellos que más nos asemejan a ellos.
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Si el honor decidía hacer acto de presencia en nuestras aventuras, recé para ser capaz de reconocerlo; me lo habían señalado en varias ocasiones, de lejos, pero aún no había tenido el placer de estrecharle la mano.
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Ninguna corona es tan estable como para que un cuchillo en la oscuridad no pueda tumbarla.
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La suerte existe de veras, y quien afirme lo contrario solo pretende atribuir su éxito a méritos propios. La suerte es como un río. Soy capaz de percibir cuándo estoy sumergido en él, y también cuándo estoy fuera.
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Aunque fuésemos a zambullirnos de cabeza en el corazón de un ejército de gigantes y nuestros días estuvieran contados, supe que el destino me había ligado a la mujer adecuada.
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