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Me gustan las narraciones que tratan de rescatar la esencia de las historias de terror. Aquellas que se alejan del humanizar a las criaturas, de dotarlas de emociones o sentimientos terrenales para centrarse en su naturaleza devastadora a la que hay que temer. Ha pasado con los vampiros, las brujas y hasta, como es el caso de esta historia, los Bigfoots. Una criatura tan descomunal como tiene que ser esta se había romantizado hasta el punto en el que tener a un simio de unos tres metros con la fuerza necesaria como para convertir un árbol en astillas era un perfecto acompañante para jugar con los niños. Por eso la idea de Max Brooks de traernos a estas criaturas a una novela de terror es fantástica. Y ha conseguido que la presencia animal de estos seres se desarrolle en su totalidad, mostrándonos toda la visceralidad de unas criaturas que actúan en base a sus instintos, lo que le llevará a un enfrentamiento con los humanos en donde tienen toda las de perder. Nos cuenta la historia de una comunidad que decide aprovechar todas las virtudes que le ofrece la pura naturaleza para demostrar que se puede vivir en armonía sin que la huella del hombre manche todo aquello a lo que se acerque. Sin embargo, la erupción de un volcán los mantendrán completamente aislados de toda civilización y, en esas condiciones, saldrá a la luz la verdadera esencia de quienes son. Y para contarnos esta historia Max Brooks aprovecha su particular forma de escribir para darle una veracidad a una historia pura de supervivencia. A través de diarios, de fragmentos de audios, entrevistas y todo tipo de recursos nos narra lo sucedido en esa comunidad en los meses posteriores a la erupción y trata de explicar el por qué de las desgraciadas muertes que acontecieron en el lugar. Esa manera de narrar los hechos funciona y en más de una ocasión tienes la sensación de que realmente los protagonistas vivieron esa pesadilla. Los numerosos datos que aporta unidos a las páginas del diario te meten de lleno en la historia hasta el punto en que no puedes soltarla y, cuando hacen su espectacular aparición las criaturas ya estas completamente horrorizado. Sin embargo es en esta segunda parte de la novela, cuando ya estas atrapado por la compacta historia que nos narra Brooks, cuando la narración comienza a resquebrajarse. El enfrentamiento entre hombre y bestia es desproporcionado y el comportamiento de nuestros protagonistas ante la adversidad rebela su realidad. Y es que poco puedes hacer frente a una criatura que te supera en fuerza, voracidad, resistencia y hasta en número. Es en esa parte de la historia cuando todos los aciertos de la novela se vuelven en su contra, en especial la verosimilitud de lo que nos quiere contar ya que los medios que utiliza para contarnos los hechos le restan todo el potencial que podía tener un desenlace como el que estaba preparado a lo largo de la historia. Por otro lado el autor parece querer homenajear sus anteriores novelas sin que esas estructuras tan descriptivas terminen de funcionar en esta. Toda las explicaciones acerca de cómo tratar de fabricar un arma adecuada para la amenaza de vuelven tediosas y repetitivas. Lo que en Guía de supervivencia Zombie era un acierto aquí aburre hasta la saciedad hasta sacarte de la historia. Eso al final lastra el climax de una historia que se vuelve fallida aunque, a pesar de todo, muy disfrutable. Lo mejor de todo es la diversión que supone enfrentarte a una amenaza como esta. Max Brooks nos invita a que vivamos en una comunidad que no es tan idílica como esperabas y nos ofrece un espectáculo brutal y sangriento que hará las delicias de todo aquel que lo quiera pasar bien durante esta pesadilla. |
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