El caballo ciego

Kay Boyle nació en 1902 y, si lo hubiera hecho en el seno de una familia diferente a la suya, lo más probable es que no se le hubiera permitido desarrollar su labor como escritora. O, al menos, no de la misma manera. Pero la madre de Kay, una activista literaria y social que defendía firmemente  la necesidad de que los más favorecidos ayudaran a los menos, siempre creyó en ella.

   La escritura de Kay se ha comparado con la de Virginia Woolf o la de Faulkner. Y no anda muy desencaminada la cosa. al menos en este libro.

  Es impresionante cómo, a partir de un acontecimiento que, por otra parte, debía ser bastante normal en la época y situación que se presenta, desencadena una evolución en los tres personajes principales que te introduce en esa casa de una manera hasta participativa. Te pones del lado de unos, aborreces a otros. Cambias de opinión constantemente y te preguntas si el tratamiento exhaustivo que se hace de la psicología de esta familia no deja en evidencia lo que hasta ahora eran tus creencias.

   No hay duda de que la madre de Kay fue una gran influencia para ella y queda reflejado en este libro de la manera más sencilla y, a la vez, más complicada. El deber contra la justicia; lo establecido contra la rebeldía. Un caballo ciego que llega para darle la vuelta a todo.