El caballo ciego de Kay Boyle
Madre, tú puedes tocar estas cosas, tú puedes tocar la muerte y después limpiártela de las manos con un pañuelo, y tocar el dolor sin arredrarte, pero ya no puedes abrazarme cuando estoy contigo y tengo miedo.
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El caballo ciego de Kay Boyle
Madre, tú puedes tocar estas cosas, tú puedes tocar la muerte y después limpiártela de las manos con un pañuelo, y tocar el dolor sin arredrarte, pero ya no puedes abrazarme cuando estoy contigo y tengo miedo.
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El caballo ciego de Kay Boyle
Parecían no oír nada, no ver nada, como las personas que en hospitales o en cárceles aguardan el veredicto sin esperanza, pero con una entereza sorda y dócil.
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El caballo ciego de Kay Boyle
O Si alguna vez montaras ese caballo ciego..., aciago, agotado, agostado, estragado.
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El caballo ciego de Kay Boyle
O bajar allí con decisión, pensó, y no dejarse avasallar por ninguno de ellos, el artista sin dinero, sin suerte, pero que pinta a solas, que sigue experimentando a solas con el estilo, el tema, el tratamiento, que trabaja solo y se hace un nombre que la gente oye en exposiciones y museos de la ciudad, que busca en catálogos y revistas, de modo que incluso una esposa o incluso el ayudante del veterinario tendrían que escucharlo.
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El caballo ciego de Kay Boyle
Dijo con la parte delantera de la gorra marrón hacia atrás, mirando al caballo como haría un curtido gladiador inmovilizado en pleno combate, caído del carro, perplejo y desarmado.
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?