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De este libro había leído infinidad de buenas criticas y creo que ahí radica mi problema con la novela, y es que creo, que el haber ido con una idea preconcebida en mi cabeza por las opiniones leídas ha hecho que esta novela no me haya parecido para tanto. No me malinterpretéis, la historia está bien, es bonita y algo entrañable, pero, tampoco me ha resultado tan emotiva y adorable cómo he leído en algunos sitios. En las páginas de este libro nos encontramos con una historia de supervivencia, ya que James, el autor y protagonista de lo que acontece (la historia es un echo real), se encuentra en su edificio a un gato herido y éste decide curarle y ayudarle. Pero lo que él no se imagina es que el que le iba ayudar sería el gato a él, y es que James es un adicto a la heroína que se encuentra en tratamiento con metadona para poder abandonar la terrible adicción que tiene. A lo largo de la historia se narra la evolución de la relación que se va forjando entre el animal y James, y cómo poco a poco se van ayudando mutuamente a ver las cosas desde otro punto de vista. La historia que se narra es bonita, pero ha habido momentos en los que se me ha hecho pesada, y eso que no es un libro muy extenso. Había algo en la narración que no acababa de motivarme demasiado en la lectura. De toda la historia, la parte que más he disfrutado es cuando el autor narra su pasado y cuenta su calvario personal, y explica el motivo de porqué ha llegado a la situación en la que se encuentra en esos momentos. A medida que avanzaba en la lectura, tenía la sensación de que no me estaba aportando demasiado, y no lograba conectar con ella en ningún momento; y es que tampoco conectaba del todo con los personajes. Ha habido momentos en los que sí he podido ponerme en su lugar, pero la mayor parte del tiempo me sentía muy distante de la historia. La lectura es muy ágil y no tiene complicación ninguna, así que podréis darle una oportunidad, si os llama algo la atención, y juzgar vosotr@s mism@s. |
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