¡Qué tristes pensamientos debíamos tener ante semejante espectáculo! Pero estábamos en el punto en el que las cosas más trágicas nos eran indiferentes, porque nos decíamos con sangre fría y sin emoción que, pronto, comeríamos los cadáveres de los hombres muertos, ya que en pocos días no habrían caballos para alimentarse!
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