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En este libro corto se relata la infinita búsqueda de razones y porqués de la autora con respecto a la pérdida de un hijo que ha decidido quitarse la vida. Es un desnudo de su alma, de dolor de madre, de sus sentimientos y sufrimiento; simplemente es el refugio que busca en las palabras para inmortalizar a su hijo y volverlo a crear. Ha sido una lectura dura, que me hizo llorar y poner la piel de gallina. Como lectora pude estremecerme a partir de la reconstrucción que hace una madre de los últimos ocho años de su hijo y la morbosa necesidad de saber qué pasaba por su mente. Trata de entender pues, el mal que lo aqueja documentándose en numerosas fuentes e indagando en su obra un resquicio de motivos, preguntándose posibles fallos en el tratamiento profesional que recibió Daniel en sus momentos más difíciles. Tuve muchos sentimientos encontrados en esta lectura, pude empatizar con la autora en la preocupación, en la frustración de no poder entender y comprender qué tan profundo era el daño que había en la mente de su hijo. Los presentimientos y la conexión maternal que existirán siempre entre una mamá y su hijo están plasmados en esta obra de una manera profunda y sensible. |
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