El secreto de Matilda

Tras haber leído La herencia de Agneta, me lancé sin dudarlo con esta segunda parte de la historia.



Aunque esta historia es posterior a la de Agneta, se puede leer de manera independiente. No obstante, si quieres conocer bien a la mayoría de personajes que aparecen y los secretos que ocultan, es importante leer la primera.



En esta ocasión, quien nos cuenta la historia en primera persona es Matilda Wallin, hija de Susanna, una antigua criada de la finca Lejongård.



Cuando Susanna fallece dejándola huérfana, Agneta Lejongård aparece para convertirse en la tutora legal de Matilda hasta que sea mayor de edad. Y, pese a que esto le dará grandes oportunidades, nuestra protagonista no está muy por la labor de dejar Estocolmo para mudarse a una finca en la que no conoce a nadie y en la que teme no ser bienvenida.



Debo reconocer que me ha gustado mucho seguir sabiendo cómo les iba a Agneta, Lennard y demás personajes relacionados con la finca Lejongård, pese a que sea a través de los ojos de Matilda y no desde la perspectiva de los demás.



Matilda comienza la historia con tan solo diecisiete años, pero la iremos viendo crecer y madurar. Por tanto, su comportamiento infantil y caprichoso, así como los errores que comete, son comprensibles por la edad, pese a que no los justifique.



Matilda ha tenido claros sus sueños y principios desde el inicio de la obra hasta el final, y muchas veces la vamos a ver equivocarse, pero nunca perderá su esencia de querer ayudar a aquellos a quienes ama, aunque le hayan causado dolor.



La trama, por tanto, estará ligada a un secreto que Agneta y Susanna decidieron ocultar a Matilda, al futuro de la finca Lejongård y a cómo la Segunda Guerra Mundial causó grandes estragos incluso a los países que se declararon neutrales.

Una trama que, al igual que sucedía con la novela anterior, mantiene cierto misterio y no se hace en absoluto pesada.



Corina Bomann es conocida por sus obras de landscape, y pese a que ahora estamos en un registro histórico, se sigue apreciando claramente el estilo de la autora, dejando una trama fresca e interesante en la que de nuevo viajamos a Suecia, para vivir junto a Matilda su aventura.



Aparte de Matilda y Agneta, que son los personajes que mejor llegamos a conocer, hay que destacar a Magnus e Ingmar, los gemelos Lejongård, hijos de Agneta y Lennard. Ambos tendrán relaciones muy diferentes con Matilda, mostrando esas personalidades tan diferentes que poseen:

Magnus, de un carácter oscuro y rencoroso, tratará de humillar a Matilda. Nunca deja que nadie se acerque a él y es egoísta y ambicioso. El único con quien es amable es con Ingmar, y a veces es por puro interés.

Por el contrario, Ingmar es más extrovertido y, pese a ser bromista y a veces un poco contestón, tratará a Matilda y sus amigos con cariño, aprecio y lealtad. Es muy impulsivo y a veces comete errores graves, pero no hay maldad en él.



Pese a que hay bastantes similitudes entre Matilda y Agneta, ambas poseen también muchas diferencias. Sin embargo, logran entenderse y compenetrarse a la perfección, como si Matilda fuera la hija que Agneta y Lennard (con quien también mantiene buena relación la protagonista) nunca tuvieron.



De nuevo se agradece leer una historia con unos personajes bien construidos y que son la base de la historia, junto con una finca que parece cobrar vida y ser un personaje más de esta bonita obra.

Una novela ideal para disfrutar este verano o cualquier época del año, ya que resulta sencillo adentrarse en el libro y formar parte de él, gracias a las descripciones y al ambiente que se crea entre sus páginas.



Aunque me gustó más la primera parte de esta saga, reconozco que he disfrutado mucho con esta novela y que estoy deseando saber qué sucederá a continuación. Por el momento, habrá que esperar a verla publicada.