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Maider vuelve al camping en el que veraneó toda su infancia y juventud, en esta ocasión acompañada de su amiga Nagore. Está nerviosa porque se va a reencontrar con los amigos que hace tiempo que no ve y con ÉL. Dos líneas temporales: una en el presente para saber cómo se van desarrollando los acontecimientos futuros y presentes y otra en el pasado donde veremos cómo Rubén y Maider se conocieron y se enamoraron. Rubén (suspiros) es un chico gruñón, irónico, sexy a rabiar y el chico de la eterna media sonrisa. Es el hijo de los dueños del camping donde conoció a sus mejores amigos y al amor de su vida. Algo pasó entre ellos que hace que este reencuentro esté lleno de tensión, dolor, pullas, remordimientos y amor. Un amor joven que comenzó con los nervios, una atracción brutal, las hormonas revueltas a no poder más, pero cuando llegaba el invierno solo había frío. En el presente ese amor no se apagó, sigue muy presente en ellos porque ambos se llevan en el ADN y es imposible que se olviden el uno al otro. Vamos a tener a Nagore, Xabi, Óscar, Gemma que van a ser unos amigos que saben lo que necesitan sus amigos y un apoyo incondicional, la verdadera expresión de la amistad. Esta historia se puede considerar de segundas oportunidades, pero yo diría que es un amor que nunca murió porque para ellos jamás habrá otra persona. Pero también una historia de errores que los llevó a uno de los mayores dolores. Amistad, hermanos que te apoyan, salud mental, la familia que uno escoge son otros de los ingredientes que tiene esta novela. La evolución de la pluma de la autora es indiscutible con esa marca propia, como trata ciertos temas sin dejar el romance de lado y unos personajes que dejan huella. |
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