El espacio literario

El poema -la literatura- parece ligado a una palabra que no puede interrumpirse, porque no habla: es.

El Diario no es esencialmente confesión, relato de sí mismo. Es Memorial. ¿Qué debe recordar el escritor? Debe recordarse a sí mismo, al que es cuando no escribe, cuando vive la vida cotidiana, cuando está vivo y verdadero y no moribundo y sin verdad. Pero el medio que utiliza para recordarse a sí mismo es, cosa extraña, el elemento mismo del olvido: escrbir. [...] Suele suceder que los escritores que tienen Diario sean los más literarios de todos los escritores, pero tal vez porque precisamente evitan así el extremo de la literatura, si es que esta es efectivamente el reino fascinante de la ausencia de tiempo.

Escribir es romper el vínculo que une la palabra a mí mismo, romper la relación que me hace hablar hacia ''ti'', porque me da la palabra con el sentido que esta palabra recibe de ti porque te interpreta; es la interpelación que comienza en mí porque termina en ti. Escribir es romper ese vínculo. Además, es retirar el lenguaje del curso del mundo, despojarlo de lo que hace de él un poder por el cual, si hablo, es el mundo que se habla, es el día que se edifica por el trabajo, la acción y el tiempo.

¿Si la soledad, es el riesgo del escritor, no expresaría que este está vuelto, orientado hacia la violencia abierta de la obra, de la que solo advierte el sustituto, la aproximación, la ilusión bajo la forma del libro? El escritor pertenece a la obra, pero a él solo le pertenece un libro, un mudo montón de palabras estériles, lo más insignificante del mundo.