Fracaso

Se miró con atención en el espejo. Volvió a suspirar. ¡Qué rostro tan cansado y triste! Todo en él, la expresión tímida y asustadiza, la mirada decepcionada y melancólica, era ya como un augurio de catástrofes sentimentales pasadas y futuras. Bastaba con fijarse – y ella se fijaba – en esos rasgos, por otra parte correctos y delicados – lo reconocía con cierta satisfacción- para presentir que ningún hombre, marido o amante, le sería fiel. Esa triste evidencia iba contra todas las ideas que tiene el mundo, en general, sobre el amor y la fidelidad de los hombres. La gente dice que los hombres no se enamoran ni son fieles a las mujeres inteligentes e instruidas, sino a las mujeres guapas e ignorantes, cuanto más ignorantes, mejor.