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“De modo que así fue como empezó todo: como un secreto, un reto, una escalera de incendios que usaban para escapar de la mole de su madre, que cada vez que los encontraba holgazaneando en el centro de las literas, les pedía que tendieran la colada o que sacaran a la maldita gata del tubo de la cocina” ~ Los inmortales de Chloe Benjamin. Cuatro hermanos visitan a una adivinadora cuando son niños. El objetivo es saciar su curiosidad sobre cuál será el día de su muerte. La mujer le da a cada uno de ellos una fecha diferente y los hermanos se toman la información cada uno a su manera: unos con una incredulidad que esconde cierto rechazo y otros con miedo y convencidos de que está en lo cierto. Pasan los años y nos van contando la vida de cada uno de ellos. El libro se divide precisamente en cuatro partes, una por hermano. En cada uno de sus apartados vemos cómo viven y cómo su forma de vida se relaciona con la credibilidad que ellos le dieron a las palabras de la adivina. ¿Se cumplirán los pronósticos o estarán tan marcados en la mente de los protagonistas que serán ellos quienes los cumplan? El libro se lee fácilmente. Está escrito con una prosa cuidada y aunque el trasfondo es triste, lo cierto es que es un canto a la vida, a esos pequeños momentos que vivimos sin disfrutar y a esos detalles que nos pasan desapercibidos hasta que no están. La pregunta clave es ¿cómo reaccionaríamos si supiésemos la fecha de nuestra muerte? ¿Aprovecharíamos la ocasión para vivir sin consecuencias, afrontando la realidad que se nos viene encima como algo ineludible o la negaríamos a mayores sin querer enfrentarla, como algo ajeno a nuestra existencia? |
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