Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo

Quizá porque de dos personajes con nombres tan carismáticos como Aristóteles y Dante esperase, cuanto menos, una prosa elaborada, su desmedida simplicidad haya sido el único detonante de una valoración ajustada.

No reniego de lo sencillo, al contrario, pienso que no hay mayor acierto que la belleza de la palabra cercana. de la narrativa vestida con pijama y zapatillas de ir por casa.

Pero da la sensación de que Benjamín Alire no toma partido por la armonía de la letra en su justo lugar.
Incluso los adolescentes a los que da voz, fuera de su ficción seguramente tengan un vocabulario más coordinado.

Al margen de esta cuestión, la propuesta del autor es muy interesante y su trasfondo, hermoso.

Sería injusto y poco práctico reducir la novela a un público juvenil. Dentro del texto, también encontramos la figura de los padres, que siempre influyen activa y directamente en el crecimiento en todos los ámbitos del menor aún cuando sea desde el silencio y la pasividad.

De hecho, buena parte del comportamiento de ambos protagonistas vienen dados del ambiente familiar y su forma de interactuar.

Ari es un chico con una enorme dificultad para mostrar sus sentimientos, sus dudas, sus miedos.
Para reconocerse y aceptarse.
El silencio es siempre la primera de sus múltiples reglas. ¿ Acaso no es precisamente esa la forma de actuar de sus padres ante los temas prohibidos? ¿No será heredado ese hermetismo auto impuesto?

En la misma dirección, Dante disfruta de un entorno más saludable, donde el amor, el diálogo y el aprendizaje no se esconde, sino que se ejecuta sin complejos.

Ambos son igual de solitarios y una de esas benditas casualidades hará que sus caminos se crucen y se forje ante todo, una gran amistad.

Los primeros besos robados, el alcohol o las drogas están por supuesto presentes. Es la edad de la experimentación, de las búsquedas y de la rabia continua que provoca no encontrar o asimilar tu lugar.

Una de las partes más bellas es como el autor representa la sensación de libertad: la lucha de Dante con el calzado o esa maravillosa danza bajo la lluvia son buena muestra de ello. La una más simbólica, la otra de facto.

Lo que si me ha quedado claro al cerrar el libro es que ambos personajes han venido para quedarse. Seguramente sus errores los hagan más entrañables y su forma de descubrir el mundo, sea tan universal que a mi memoria no le cueste esfuerzo alguno recordarles y reconocerme en ellos.

Lo mejor sin duda, en este libro tan cotidiano, sean esos pequeños o grandes detalles que a todos nos hacen diferentes en el arduo camino de la adolescencia a la edad adulta.

Aquellos padres que se acerquen, cosa que aconsejo, abran la mente y estén dispuestos a entender y admitir los errores que cometemos, y como el hogar es una fuente de la que beben diariamente aunque no nos demos cuenta.

Sinceramente estoy deseando leer la segunda parte aún cuando musicalmente no esté muy afinada.