Hoy traigo por aquí un cómic algo diferente, sería algo así como un ensayo gráfico puesto que, aunque elige a una familia para ser protagonista de la historia, en realidad sirven como ejemplo particular de lo que vivió mucha gente en los años 50 del siglo pasado. Por entonces, muchas familias emigraron de Andalucía, Extremadura, Galicia, etc. a Bilbao, una ciudad con una industria floreciente y trabajo de minería, en el ferrocarril, el puerto, etc. con la intención de ofrecer un futuro mejor para sus hijos dada la escasez de posibilidades de sus lugares de origen. En un determinado momento vemos como el autor queda con sus padres y les pregunta por la situación que vivieron sus abuelos entonces, y es a través de ellos (y de más documentación) que consigue armar la historia que nos trae en este cómic. Todas esas familias se fueron a vivir al extrarradio de Bilbao, concretamente a las laderas del monte Artxanda, donde se hacían esas “casitas de hojalata” (aunque también podían estar hechas de otros materiales) en una sola noche. Esas infraviviendas eran ilegales, pero una vez construidas ya no podían tirarlas abajo, por ello tenían que hacerlo cuando nadie les viese. Por suerte entre todos los que vivían allí crearon una comunidad que se ayudaba mutuamente. Lo que solían hacer las familias es que primero viajaba el padre en busca de trabajo y se alojaba en pensiones o donde pudiese, y ya cuando había encontrado trabajo de lo que fuese (en la construcción, porterías, carga y descarga) iban a la ciudad las mujeres e hijos y se construían esas casitas para que pudiesen vivir todos. En tan solo cien años la población de la ciudad se multiplicó por diez. Cuando Franco viajó a la ciudad en un determinado momento y vio aquello, exigió que desaparecieran esas chabolas y se hiciesen edificios de viviendas, cosa que, con el paso de los años, llegaría a hacerse. La situación de estas familias era muy difícil, pero fueron saliendo adelante y pasaron a ser parte de lo que es Bilbao hoy en día. Los padres de familia trabajaron duro para conseguir que sus hijos siguieran estudiando, y las mujeres hacían malabares para conseguir llegar al final de la semana, pero siempre que podían gustaban de pasear por la ciudad, ir al cine y comer algún barquillo. Un estupendo homenaje para estas familias, y también un trabajo interesante para reflexionar sobre la inmigración a día de hoy. + Leer más |