Si algo destaca de la pluma de la escritora es que siempre te hace sentir intensamente. No siempre son emociones positivas, porque también eres capaz de sentir la desesperación de los personajes, la tristeza o el desconcierto. En esta novela tenemos momentos de bucólica melancolía, ambientes que transmiten paz, vida, mar, soledad, luz. Pero también tenemos momentos precipitados, espirales de autodestrucción, un amor limpio y un amor que se torna perverso y tóxico. Nos vemos sumergidos en una historia que transcurre sin darnos cuenta, que lees desesperada por conocer el final, que te abre las entrañas y te hace trizas, pero que da explicación a todo, que te hace, por fin, saber que la paz se puede alcanzar, no sin esfuerzo y miedo. Grande, como siempre, Elisabet. |