Cuando en 1941 se publicó por primera vez “Hotel Splendide” sin duda, debía de ser una lectura entretenida pero creo que con el paso de los años, “Hotel Splendide” se ha convertido en un ejercicio exquisito de crónica y también de cierta nostalgia de otra época. Una época donde los lujosos hoteles eran a menudo, residencias casi permanentes de la aristocracia y también un centro de reunión social donde se celebraban ineludibles fiestas, banquetes y toda clase de eventos a los que eras invitado si eras alguien. Y aunque como es obvio Bemelmans se nutre de este imaginario de personajes, el peso de su novela reside en los otros. En los diversos empleados, casi todos inmigrantes europeos, intentando sobrevivir en América, ahorrar y prosperar a todos los niveles. Estos personajes, realistas, entrañables, y sus anécdotas vitales conforman el grueso de la novela. Algo de ficción, pero también algo de verdad, tiene que haber en todos ellos ya que, como recuerda la propia edición del libro, el propio Bemelmans trabajó en un gran hotel de Nueva York, el Ritz-Carlton, antes de triunfar como escritor, ilustrador y guionista. Una lectura exquisita de pluma fluida y un humor sutil pero certero que no pasa en absoluto desapercibido y es lo que convierte una crónica en una narración excepcional. + Leer más |