Canción bajo el agua

La única forma de atenuar el dolor es el olvido. Y es por eso que el ser humano se empeña en borrar recuerdos cuando la aceptación es imposible o insuficiente. Convertir el resquemor de la herida en un latido sordo, lejano, amortiguado tal y como se escuchan los sonidos dentro del agua, es la opción más buscada.

Los personajes de esta novela quieren olvidar, comenzar de nuevo, que todo lo ocurrido no sea más que ese latido sordo. Pero la vida es muy perra, la posguerra es muy perra, y a veces no es fácil.

Con un toque de realismo mágico, Fátima Beltrán nos adentra en un periodo de nuestra historia que abarca de 1934 a 1946. Con una ambientación somera pero suficiente, inicia un media res la historia de Teodoro y Eladio, soldados enfrentados en la Guerra Civil.

En la guerra, los intereses están en los despachos y el desconcierto, el miedo, la sinrazón, el miedo, el sufrimiento, el miedo, la incomprensión... en las trincheras.
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En la posguerra, los triunfos son solo papeles, pues pocos son y siempre los mismos, los que no han perdido.

Adoro está temática. Mil abuelos vivieron esta época terrible y todas las novelas que me acercan a ella, me regalan un poco de lo que ellos, en cierto modo, pudieron vivir. Leer historias de la Guerra Civil es mi abuela en la banqueta de la cocina hablándome de algo tan cercano y tan lejano a la vez.

Pero no os asustéis, no es un dramón. Fátima sabe darle el punto ligero y el toque de humor cuando procede. Me ha gustado mucho su estilo, me llevo un buen montón de citas bonitas y buenas sensaciones.