Las indignas

«Nuestro sacrificio es importante»
 
Un mundo distópico, un dios varón rodeado de mujeres a las que mutila, encierra y sacrifica para la salvación del resto. 184 páginas de una historia que pone la atención sobre la religión al servicio de la depravación. «Nos quiere educar en el arte de la agonía».


                No voy a poner mi foco en el mundo distópico creado por la autora, es desolador e indeseable, donde los adultos aniquilan a los niños por un mendrugo de pan. Aquí no hay personas valientes atrapadas, hay mujeres que sabiendo que eso no es correcto, desean formar parte del juego. El declive de una sociedad, la deshumanización magistralmente retratada. El foco sobre la religión. Una especie de apocalipsis, un convento convertido en el Infierno.


                Una obra que habla del abuso de la religión, violando la espiritualidad, la Hermana Superior que maltrata en nombre de un dios, «su ritmo se aceleraba al infringir dolor, se trasformaba en gemidos» el sadismo sexual; textos, rituales «les arrancaban los dientes y la lengua porque el nombre de Dios requiere un vacío», oraciones y líderes crueles y despiadados.


                Como toda religión bien cimentada en sus bases, principios y doctrinas cuida cubrir las necesidades, «las siervas no son dignas de sacrificio», ¿quién sacrificaría a una esclava? ¿Quién haría las tareas más tediosas en un mundo apocalípticos?, y otra pregunta, ¿qué característica convierte a una mujer en indigna? ¿Por qué no se permiten ni hombres, ni niños, ni ancianas? Porque quien reina en ese lugar de locura es un depravado sexual con las ideas muy claras. Una religión creada para su servicio.