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Crítica de Paloma


Paloma
27 December 2021
Han pasado varias semanas desde que terminé Cadáver exquisito y todavía no estoy segura de cómo me siento con respecto al libro. Es, sin duda, una lectura perturbadora, entre distopía y realidad, planteando una situación aberrante.

Pero, ¿estamos tan lejos de ella?

La novela trata de un futuro en el cual los animales han contraído un virus que ha llevado a la humanidad a matarlos a todos, sin excepción. Por si esto no fuera terrible, para suplir la falta de carne, el mundo se puso de acuerdo en practicar el caníbalismo. Así de brutal. Pero esto no se convierte en un mundo apocalíptico y entonces, lo que pasa quizá sea peor que eso: las sociedades se organizan para criar seres humanos destinados al consumo de otros humanos. En menos quizá de treinta años -la historia no específica cuánto tiempo ha pasado, pero no puede ser mucho por la narración del personaje principal- comer humanos se ha estandarizado, normalizado, y aquellos que se benefician de ello no cuestionan nada. Lo disfrutan y desprecian a esa "raza" que es criada como animal, con el solo propósito de ser fuente de alimento. Se trata de cuerpos despojados de conciencia, de la palabra, de su humanidad.

El protagonista de la historia, Marcos Tejo, es el único personaje que comienza a cuestonar esta situación, después de dos situaciones traumáticas por las que atraviesa: la enfermedad progresiva de su padre y la muerte de su hijo recién nacido. Curiosamente, Marcos es dueño de un establecimiento que prepara la carne humana para su venta y consumo, y heredó el oficio de su padre, quien perdió la razón una vez que los animales fueron masacrados y comenzó el canibalismo. Marcos cuestiona la facilidad con la que la humanidad aceptó comerse a sí misma e incluso se introducen algunas teorías de la conspiración, en el sentido de que si los animales realmente enfermaron o fue algo creado por los gobiernos mundiales para controlar la población.

Pero más allá de una posible conspiración mundial, la novela es una exploración del dolor y de la nostalgia por lo pasado, por lo perdido. Entre lo aberrante de este mundo descorazonado, me resultó conmovedor el amor de Marcos por su padre, los recuerdos de cuando llevaba al zoológico, la ausencia del sonido de los animales. Sin duda, por la pérdida reciente de mi padre este año, no niego que lloré en ciertos pasajes, sobre todo cuando Marcos recordaba momentos específicos de una niñez mucho más cálida que su actual realidad.

"Llega al aviario y sube la escalera que lo lleva al puente colgante. Se acuesta mirando el techo vidriado, el cielo naranja y rosa, la noche que se acerca.

Recuerda cuando el padre lo llevó al aviario. Se sentaron muy juntos en los bancos que había abajo y el padre le habló durante horas de las distintas especies de aves, de sus costumbres, de los colores de las hembrasy de los machos, de las que cantaban de noche o de días, de las que migraban. La voz del padre era como un algodón de colores brillantes, suave, enorme, bellísima. Nunca lo había escuchado así, no desde la muerte de la padre..."

Por otra parte, la novela es un claro retrato de la brutalidad humana, de la perversidad de la que somos capaces. Además de la desidia con que de pronto se mira el acto de comer a otro ser humano, hay otra escena terrible de maltrato animal, que también me sacó las lágrimas. Por lo terrible sí, pero también por la certeza de que los seres humanos podemos ser despiadados con cualquier ser vivo.
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