Aunque se trata de una novela para niños, muchas de las situaciones que retrata y su profundidad parecen dirigirse a un público adulto. Peter Pan es un niño que se rehúsa a crecer, odia a los adultos y vive en Neverland en compañía de los niños pedidos y Tinker Bell, un hada que lo adora y encela a Wendy, una niña londinense que es invitada junto a sus hermanos John y Michael a vivir con los niños perdidos. Nunca estamos seguros de hasta qué punto son verdaderas las aventuras de Peter Pan y los niños en Neverland con las sirenas, los piratas y los indios piel roja, pues la imaginación es esencial en dicha tierra y, conforme avanza la novela y el tiempo, los niños van olvidando su verdadero hogar y a sus padres. Todos menos Wendy, quien es considerada por todos los niños perdidos y el mismo Peter como su mamá. Si bien la novela atribuye muchos rasgos de género que hoy podrían criticarse, hay que trasladarnos a inicios del siglo XX y, más bien, observar hacia dónde apunta. Sin duda, parece una crítica al comportamiento adulto que pierde la inocencia y la capacidad de creer, pero también es un fuerte retrato de lo despiadados que pueden ser los niños. La historia es bastante sombría a pesar de que esos rasgos buscan ocultarse en lo que parece ser una novela de aventuras y el final es bastante inquietante. El narrador es bastante curioso porque se trata de un narrador omnisciente que rompe la cuarta pared y se dirige al lector para anticipar o explicar ciertas escenas. Aunque nunca faltan aventuras, parece que la novela es mucho más oscura y adulta de lo que parece y, sin duda, deja muchas interrogantes al lector.
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