El cuarto mono

"Los tres monos sabios o míticos: "No verás el mal”, “no escucharás el mal” y “no pronunciarás el mal”. El cuarto mono: "no harás el mal"."

JD Baker da otra vuelta de tuerca a un género tan manido como es el thriller de psicópatas. Solo con ese punto El cuarto mono ya merece la pena, pero además es una novela que engancha gracias a sus dos vertientes narrativas, pasado y presente, que va dejando migas de pan para que el lector las recoja y vaya colocando las piezas en el engranaje.

¿Es innato el germen de la maldad o fruto de las circunstancias? Baker elabora el diario de un asesino y nos lo representa a través de los famosos monos de madera esculpidos en el templo japonés de Toshu-gu. El cuarto mono supondría la abstracción, aquí es el asesino. El misterio está servido desde la primera página, nos adentramos desde un enfoque policial de corte clásico que no supone lo más brillante de la trama, encarnada y protagonizada por la voz del mal escrita en un diario.

El cuarto mono tiene un ritmo endiablado, cinematográfico, como un hijo bastardo de Seven con una voz literaria inquietante. Baker propone dinamismo y agilidad narrativa intercalando la trama policial con fragmentos de un diario dando voz al criminal de forma retrospectiva para intentar conocerlo en el presente. La primera parte de una trilogía que puede persistir entre lo más granado del thriller.