Las manos pequeñas

Escalofriante relato de Andrés Barba, que saca de nuevo el tema de la infancia y lo mezcla con la violencia para agobiarnos con su lectura. Normalmente cuando hablamos de niños, pensamos siempre que son buenos, que tienen un buen fondo natural, que son más inocentes que los adultos, pero Barba nos muestra una cara distinta y sino recordemos su otra novela República luminosa.

Al fin y al cabo, estas niñas de las que nos habla son huérfanas, nada sabemos de su pasado, y tampoco conocemos sus sentimientos hacia la sociedad que las tiene recluidas en el orfanato. Por eso, al introducir el personaje de Marina en este grupo de niñas, Barba las despierta y las recuerda que ahí fuera hay niñas y niños con padres y madres, que les quieren y que les dan ropa, alimento y juguetes, que les llevan al parque y al zoo, y que les dan un beso de buenas noches.

Por eso, las niñas quieren oír historias de fuera, relatos de niños que tienen una familia y un hogar donde vivir, lo anhelan. Pero también lo odian, porque no lo tienen, porque no es justo que unos lo vivan y otros sean recluidos en un edificio en el que duermen, comen y aprenden, y salgan solo de vez en cuando a hacer alguna excursión. Esta mezcla de sentimientos hacen que Marina no sepa por donde van a salir sus compañeras, y esté siempre a la expectativa, alerta a lo que pueda venir, que bien puede ser un beso o un tirón de pelo.

Además, Marina tiene otras cosas en qué pensar, como en cuánto ha cambiado su vida, en qué esperan de ella los nuevos adultos que la rodean. Tras perder a sus padres, ahora le toca rehacer su vida con gente desconocida, y eso puede llegar a ser difícil de llevar.

Una novela corta muy interesante, con dos narradores: por un lado, Marina nos cuenta todo lo que ve y siente, de una manera algo perturbadora, y por otro, una de las niñas del orfanato nos da su versión de los hechos. Todas, incluida la protagonista, tienen sentimientos primarios muy fuertes, solo que hasta que ésta no aparece no surgen tan fuertemente.