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Ternura, esperanza y ligeros toques irónicos de humor. Así describiría este libro. Aunque no se me ocurriría catalogarlo como comedia negra, que es la manera en la que lo publicitan. Pero bueno, esas son impresiones personales. La historia nos va a presentar a Jonás, un hombre que acaba de divorciarse, y esto, después de años deprimido, termina de trastocar su mundo y solo verá una solución: el suicidio. Para no molestar a las personas que le rodean, tratará de buscar la mejor manera de hacerlo, y decidirá irse de viaje a un país devastado por la guerra. Se alojará en uno de los pocos edificios que se mantienen en pie, el curioso Hotel Silencio. Allí conocerá a diferentes personas, que lo harán sentirse útil, cosa que lo hará replantearse su vida y sus razones para ser infeliz. Me ha parecido un libro tremendamente tierno y dulce. Y sobre todo, esperanzador. Disfruto mucho de los libros que nos presentan una situación desolada y realista de la vida, pero no se empeñan en revolcarse en la miseria, sino que, optan por buscarle un enfoque esperanzador. "Después de la tormenta, siempre viene la calma". Pues eso. Me ha gustado mucho también la forma de narrar de la autora. Sencilla, bonita y profunda. No me cansaré de decir que adoro ese tipo de historia cuya forma de ser contada es sencilla, pero guarda una profundidad enorme. No será lo último que lea de esta autora de nombre impronunciable jajaja. |
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