“La vida siempre está en flor. Tengo la vida, la vida entera, en mis manos: como esta arena fina que sólo se escapa si quiero” ~ Yo vivo de Max Aub. Escribo esta reseña. Tecleo. Mis dedos sostienen el teléfono. Teclado iluminado, brillante. Pulgares. Derecho. Izquierdo. Derecho. Derecho. Izquierdo. Palabras que avanzan. El sol ilumina la mesa. Mis ojos se tornan. Los pulmones en constante e inconsciente movimiento. Arriba. Abajo. Mis pies mal colocados, las piernas torcidas. Trago saliva. La sed acecha. Derecho. Izquierdo. Izquierdo. Derecho. Pues así 60 páginas de mi libro electrónico de Yo vivo de Max Aub. Pero no soy yo, es Enrique, desde que se levanta hasta que se acuesta. Plena consciencia y descripción completa de su día: la ducha, la playa, la comida, su encuentro con Matilde. ¿Diferente? Sí. ¿Entretenido? La primera mitad. ¿Pesado? También un poco. Eso sí, rico en lenguaje. Este hombre vivió pegado al diccionario, en concreto al de sinónimos y antónimos, al escribir este relato. ¿Lo recomiendo? Sí. Sé que no es para todo el mundo pero, ¿perdemos algo por intentarlo? La verdad es que me resulta complicado no recomendar un libro porque creo que de todos se saca algo. + Leer más |
La Caja de las Letras del Instituto Cervantes se abrió para recibir el legado «in memoriam» del escritor Max Aub, una de las principales figuras de la literatura española en el exilio, de manos de la presidenta de la Fundación Max Aub y nieta del autor, Teresa Álvarez, que estuvo acompañada por el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y la escritora Marta Sanz, que ejerció como testigo de honor.
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